El despacho de Volker
Sé que Volker ha estado maniobrando a mis espaldas, buscando para la
sirena un domador, entrenador… o comoquiera que se haga llamar un torturado de
criaturas de este tipo. Tengo que impedirlo cuanto antes… ¡maldito necio!
Que espere un rato, que tiene que organizar unos papeles… como si fuesen
más importantes que Donau. Y aquí estoy, sentado en el pasillo, esperando
aburrido… hasta que llega un tipo corriendo. Parece un tipo normal, pero algo
demasiado revuelto en su interior le da cierta mirada de desesperado.
Patrick: ¿Es este el despacho de
Volker?
Herbert: Sí. Pero… ¡Eh, un momento!
Yo también estoy para… mierda.
Apenas abro la boca entra sin llamar. Bueno, era de esperar que los
amigos de Volker tengan la misma educación que él. Como no cierra la puerta,
tengo el dudoso honor de escuchar toda la conversación alto y claro.
Volker: ¡Hombreeee, Patrick!
Dichosos los ojos, ¿qué tal?
Partrick: Deja eso. Tenemos que
hablar. AHORA.
Volker: Pues claro que sí… ¿de
qué se trata?
Patrick: ¿Qué de qué se trata?
¿De qué se trata? ¿Tienes idea de lo que es llegar a casa y encontrar con un
juguete sexual con forma de niña de diez años esperándote con la cena hecha?
Vaya, parece que hay gente que tiene con Volker problemas más serios
que yo. Me siento culpable por espiar, pero la conversación parece prometedora.
Volker: ¡Oh, vaya, ya te ha
llegado! Qué rápidos y eficientes son estos japoneses. Y cuenta, cuenta… ¿te
gusta? ¿Qué tal es? ¿Es guapa?
Patrick: ¿Estás de puta coña? He
tenido que comprarle ropa, Volker. Me he visto eligiendo bragas diminutas de
niña, con diminutos dibujitos de ciervos y corazones. Es lo más incómodo y
desagradable que me ha tocado hacer en mi puta vida.
Volker: ¡Pues dale pasta la próxima
vez y que vaya a comprárselas ella!
Patrick: ¿Qué? ¡Ni hablar! Esto no es
Tokio. Aquí la gente no tiene androides… la mirarían como a un bicho raro, la
señalarían y comentarían que el pervertido psicópata de Patrick se la ha
comprado para satisfacer sus fantasías enfermas.
Volker: Patrick, no te pongas
así. Te compramos a la…
Patrick: ¡Espera! ¿Compra-MOS?
¿Quiénes estáis metidos en esta putada?
Volker: Pues aparte de mí… Rita,
Ralph y Ollie.
Patrick: ¿QUÉ? No me lo puedo
creer… es… es increíble... ¿cuatro tíos y a todos os pareció buena idea meter a
una cría artificial en mi casa?
Volker: Sí, supongo… aunque Rita
ya nos advirtió que podrías ponerte así. ¡Relaja, hombre! Como te decía, te
compramos a la niña simplemente porque era más barata que las muñecas más
grandes.
Patrick: ¿Más… barata?
Volker: Bastante más barata. Pero
puedes ponerla a tu gusto, creo que incluso tienen tetas de cambiar. Igual
puedes ponerle unas más desarrolladitas. O, si no te gusta, venderla y
comprarte otro modelo.
Patrick: ¿Venderla? Tío, no sabes
de lo que hablas. Esa chica me mira, sonríe, habla… me sigue por la casa. Es como
una maldita niña de verdad.
Volker: Ya, pero… no lo es. Y ahí
está la gracia. He leído que su cerebro simula el de una chica de 21 años. Si no,
no serían legales. ¿No te parecen curiosas las leyes de estos japoneses? Puedes
tener veinte crías artificiales en casa, que mientras piensen como adultas no hay
problema.
Patrick: Quiero devolverla.
Cuéntales una película, no sé… que no es lo que esperabas. O mejor, diles la
verdad. Que se te ocurrió meterla en mi casa sin preguntarme.
Volker: Calma, caaaalma. Vamos a
ver… no se puede devolver porque las hacen bajo pedido, ¡prácticamente toda
ella es orgánica! Si no tiene ningún “defecto de fábrica”…
Patrick: Defecto da fábrica. Dios
mío ¿Y qué hago con ella?
Volker: Pues… o te la quedas o la
vendes. No hay otra.
Patrick: ¿Y a ti te resulta fácil
decirlo? Porque te aseguro que ninguna de las dos opciones es fácil de hacer.
Volker: Bueno… si al final
decides deshacerte de ella dime cuánto querrías y quizás…
Patrick: Esta conversación se
termina aquí, Volker.
El tipo de antes sale rápido, con un portazo que hace temblar el
asiento en el que estoy esperando. Aún intento asimilar la situación cuando
aparece Volker en el marco de la puerta, sacándose un mechero de la chaqueta.
Volker: Desagradecido… un regalo
de 1.500.000¥… en fin. ¿Quieres un pito?
Herbert: No fumo, Volker.
Volker: Ah, es verdad… el bueno
de Doc es muy sano para estas mierdas. Y dime, ¿qué querías?
Madre mía, así sin avisar le plantan a la "chica" en casa, menudo marrón. Pero seguro que le termina cogiendo cariño ^^
ResponderEliminarAaah!! Por fin sabemos como se conocen Patrick y Silvie!!!
ResponderEliminarPobre Patrick... pero bueno, el enfado le va a durar poco jajaja Y es que no me extraña, ¿quien iba a tener corazón para devolver a Silvie?
¡Me ha encantado!