Lobos solitarios
Al pequeño Tormenta le encantaba escuchar las historias que contaba Nieve sobre sus viajes. Ella había viajado mucho, mucho, mucho. Había visto más cosas de las que él podría imaginar. Se había enfrentado a muchos peligros, había sobrevivido prácticamente sola. La admiraba y siempre escuchaba con los ojos bien abiertos, las orejas atentas. - Claro que no son una leyenda. Yo sin ir más lejos me encontré con dos lobos solitarios en mi viaje… aunque bueno, verdaderamente solitario sólo era uno de ellos. El primero con el que me encontré vivía con su loba y tenían un cachorrito. Eran muy jóvenes los dos, supongo que se fugaron de sus manadas para poder estar juntos. Eran… demasiado buenos, la verdad. A mí me dieron leche para Escarcha y nos dejaron quedarnos tres días allí. Cuando marchamos, me pidieron que no dijese nada. Supongo que les daba mucho miedo que les encontrasen sus familias… yo imagino qué hubiesen hecho los líderes de mi manada con ellos y me da escalofríos.