Brebaje curativo I

Azafrán apoya la pálida luz de su linterna por el suelo del transbordador espacial. Lo conoce como la palma de su mano: cada desnivel, cada esquina, cada escalera… y sin embargo siempre hay que tener cuidado. Las sacudidas y las maniobras bruscas a menudo dejan caer objetos al suelo: mangueras eléctricas, cajas, un vaso. Es algo imprevisible. Incluso los muebles atornillados se sueltan. Un campo de batalla con gravedad artificial por el que avanza, dirigiéndose hacia el dulce ronroneo del motor. Un giro a la derecha y ya está dentro de la pequeña salita de los trastos. Es el lugar ideal para encontrar la tontería perfecta para matar las horas de insomnio y olvidar el dolor por un rato. Un libro, un videojuego o un viejo cuaderno; cualquier cosa mejor que quedarse dando vueltas en la cama.

Palpa el panel derecho y en un momento se hace la luz, pero antes de que sus pupilas puedan contraerse ya sabe que no está sola. Sólo necesita unas décimas de segundo para dejar caer la linterna y desenfundar una pequeña navaja de mano.

- ¿Pero qué coño…? – Pregunta en voz alta, con el corazón bombeando adrenalina a toda prisa por sus venas, tensando el brazo con el que sostiene la cuchilla- ¡Ah, joder, eres tú! Me has dado un susto de muerte, mierda...

No tarda en reconocer la figura que está sentada en el suelo con las piernas cruzadas y las manos caídas relajadamente sobre las rodillas. Es esa médico marciana tan rara. No le gusta. No se fía de ella.

- ¿Acostumbras a llevar una navaja en el pijama? – TinHinan apenas levanta la vista para mirarla a los ojos.

- ¡Cállate! – Azafrán se siente estúpida, tensa y recelosa como un conejo –  Aquí las preguntas las hago yo. ¿Qué demonios haces ahí plantada a oscuras a estas horas? ¿Estás mandándole un mensaje a Buda o estás esperando a matar del infarto al primer capullo que pase?

- Medito... estoy aquí porque este habitáculo está más cerca de la sala de máquinas y no está tan frío como mi habitación, que es para morir de hipotermia. Estoy a oscuras porque mis ojos ven de sobra con la décima parte de luz que los tuyos. Y además, no necesito luz para meditar. Sería un gasto de energía inútil. Espero que eso responda a tus preguntas.

Ah, sí, esos jodidos ojos sin pupilas, tan precisos, agudos y perfectos.

- (Ya, claro. Un asesinato sin sangre ni heridas. Y parecía tonta la marciana…) – la piloto maldice por lo bajo mientras remueve algunos cajones cargados de trastos inútiles.

- ¿Farfullas de mal humor porque no puedes dormir? – la alienígena siempre con su tono tranquilo y monocorde, capaz de sacar de quicio a cualquiera.

- Claro, sí, exacto. Mira qué buena asesina-vidente eres.

- ¿Puedo ayudarte en algo? – TinHinan descruzó las piernas y estiró los brazos por encima de su cabeza.

- Pues mira, la regla me está matando. Quizás podrías hacerme un extirpado general y dejaría de dolerme como si me hubiesen dado una paliza – primer día de menstruación, Azafrán no tiene paciencia para nada.

- Entiendo – dijo mientras se ponía en pie y se acercaba –. Sí que puedo darte algo para el dolor – ahora Azafrán la tenía muy cerca, cotilleando impertinentemente por encima de su hombro.

- ¿Ah, sí, traficas con drogas? – Preguntó la piloto con sarcasmo – Un poco de morfina me vendría genial.

- Pensaba en algo más suave que la morfina… pero no menos eficaz. En un rato te lo llevo.

- Cojonudo… te espero en mi cuarto – suspiró cansada dejando caer el cajón de trastos de vuelta en su sitio –. Llevo la navaja, así que cuidadito con intentar envenenarme. Si no es un veneno rápido y fulminante acabarás peor que yo – la miraba profundamente mientras dejaba caer la amenaza que estaba totalmente dispuesta a cumplir. Pero aquella maldita matasanos ni siquiera se inmutaba, maldita sea.

- Tomo nota.


***


Azafrán se arrastró de mala gana de vuelta hasta su compartimento. Fría, mojada y estúpida. Así se sentía. Pero no le dio tiempo a autocompadecerse mucho. Todavía estaba acomodándose y tapándose en la cama cuando empezó a escuchar los pasos que se acercaban.

- ¿Estás ahí? – La médico se asomó tras llamar a la puerta – Mira, ponte esto aquí, está caliente… y esto para que te lo bebas poco a poco.

Se había arrodillado a sus pies para colocarle algo así como un saco térmico caliente sobre el vientre y le había dejado una taza humeante en las manos.

- ¿Qué clase de brebaje ponzoñoso de bruja es este? – Azafrán arrugó la nariz al meter el hocico en aquellas espirales de vaho cargadas de un olor extraño.

- Es… una infusión de hierbas medicinales. Es poco más o menos lo mismo, pero dicho sin desprecio. Tómala, te aliviará el dolor- TinHinan esbozaba una sonrisa algo ladeada mientras se sentaba a su lado y escurría los pies bajo la manta.

- Ahá… – fijó sus pupilas en el líquido aromático y parduzco.
Y la habitación se quedó en silencio. Azafrán sólo tenía una pregunta, pero no quiso hacerla en voz alta…

¿Por qué haces esto?

Comentarios

  1. Apoooo que feliz me hace leer otro de tus ( cortos >,>) relatos... Ya sabes que espero el próximo con ansia y alegría ( y espero que tenga mucho salseo porque zi, porque me merezco leer algo """""romántico"""" de mi pareja favorita. ) pueh eso <3 ya sabes que me encanta tooodo lo que traes por aquí y espero leer/ver algo pronto!!

    - Kidi

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